Una historia más.

Hace 4 días me enteré de que tras el último juicio, segundo que llevo hecho en menos de 3 meses, han absuelto a mi agresor. Mi agresor… que mal suena cuando te lo dicen, ¿Verdad?, creo que es la palabra más utilizada en este tema, agresor. Espero que vosotras, mujeres “maltratadas” (y lo pongo entre comillas porque entiendo cuando a ratos no lo sentís así), entendáis como yo lo mucho que duele escuchar que le digan eso a alguien que ha sido tan bueno contigo, se ha preocupado porque no llegaras tarde a casa, por si tus amigos eran buena influencia… pero eh, se me olvidaba, todo esto por su propio interés, o digamos curiosidad.
Hice una denuncia de violencia de género por parte de mi ex pareja, en la que añadí insultos, agarres de cuello… nada nuevo que contar. Ocho meses, son los que él no se puede acercar a mí, por una orden de alejamiento, todo salió tan bien en el juicio… él lo admitió y fin, si él lo admite es que se da por vencido, por pillado. ADMITIR, ha dicho y se ha dado cuenta de lo que ha hecho mal y no debe volver a hacer. Tonta de mí… pobre de mí y de las que creemos eso.

Un mes más tarde se presenta en mi instituto, en el cual lo conocí y del que se fue porque no quiso terminar el curso, instituto del que sabe todos los horarios, las puertas que se abren para salir y entrar y por consecuencia a qué hora entramos y por donde. El primer día se presenta en el parque dónde nos sentamos todos los recreos, dónde había estado su primo poco antes y me había visto. Llamemos a su presencia casualidad, queridísimo juez, llamémoslo despiste, queridísimo abogado. No hice nada al respecto. Un mes y un día más tarde, ya no estaba en el parque, sino en la puerta a las 12, horario de entrada, me avisaron y no subí, digamos precaución por las repetidas advertencias de mis padres de que no me acerque. Miedo, ansiedad, eso es lo que sientes cuando te dicen que está allí, en el lugar en el que tú quieres tranquilidad, y sobre todo normalidad, algo que añoras en estos momentos como el aire para respirar.

Dígame usted, jueza, cuáles son los sentimientos de cada uno de los dos: Agresor y víctima, al enterarse de que el acusado queda absuelto cuando la información lleva a la evidencia. Y después de averiguarlo, vuelva a mirar el caso, tan detenidamente hasta que sienta lo que yo llevo sintiendo tanto tiempo. ¿Actuaria igual si fuese su hija, señora jueza?
Se le da tanta importancia a la denuncia que pensamos que todo va a estar a tu favor y va a ser muy fácil, pero como le dije a una compañera de mi grupo tras mi primera denuncia y la orden de alejamiento, cuando ella no sabía si denunciar o no: no es fácil, vas a llorar tanto… pero te vas a sentir tan segura… hazlo, vale la pena. Ahora, tras mi segunda denuncia y su resultado, no doy crédito de mis palabras.


NO VALE LA PENA LARGAS TARDES DE LLANTO POR UNA INJUSTICIA.